miércoles, 29 de diciembre de 2010

¿Quiién es el dueño dell movimiiento ecologiista? La Maffiia Verde II


Fondos de las Fundaciones
Actualmente hay varios miles de grupos en
los Estados Unidos involucrados en “salvar a la
Tierra”. Aunque todas comparten la misma filosofía,
estos grupos son de cuatro clases diferentes: los
relacionados, respectivamente, con los problemas
ambientales, control de la población, derechos de los
animales y trust de tierras. La mayoría de estos
grupos hacen de sus finanzas un secreto, pero existe
la suficiente evidencia en los registros públicos para
determinar a qué se están dedicando.
La tabla 10.1 lista los ingresos anuales de
una muestra de 30 grupos ecologistas. Nada más que
estos pocos grupos tuvieron ingresos superiores a los
$830 millones en 1990. Debe enfatizarse que esta
lista no incluye a todos estos eco-negocios. Se
calcula que existen más de 3000 de las llamadas
“organizaciones ecologistas sin afán de lucro”, y la
mayoría de ellas perciben más de un millón de dólares al
año. Por ejemplo, la Global Coalition está formada por 110
grupos ecologistas y de control de población, pocas de las
cuales tienen ingresos menores a los $3 millones al año.
La Nature Conservancy, con ingresos de $254
millones anuales y “holdings” de tierras por más de 3
millones de hectáreas que valen miles de millones de
dólares, es sólo la más conocida de los 900 y más “trust”
de tierras que operan actualmente en Estados Unidos.
La Tabla 10.2 lista los grandes subsidios de 35
fundaciones a dos grupos ecologistas –el Enviromental
Defense y el Natural Resources Defense Council- en 1988.
La información disponible en los registros públicos,
muestran que los ingresos totales del movimiento
ecologista son superiores a los $8500 millones anuales. Si
se sumaran los ingresos de las firmas de abogados
involucrados en los litigios ecologistas y los programas
universitarios del ambiente, esta cifra se duplicaría con
toda facilidad a más de 16000 millones de dólares al año.
Esto se enfatiza en la Tabla 10.3, que lista a los 15 grupos
ecologistas que reciben subsidios para los litigios
ecológicos, y para programas de educación y protección.
Para tener una idea de cuánto dinero representa
esto, el lector debe considerar que este ingreso es mayor
que el Producto Interno Bruto(PIB) de 56 naciones
subdesarrolladas(Tabla 10.4). Las 48 naciones que
hicieron disponible sus últimas cifras del PIB, tienen una
población total de más de 360 millones de seres humanos.
Etiopía, por ejemplo, con una población de 47.4 millones
de personas, la mayoría muriendo de hambre, tiene un PIB
de sólo 5.7 mil millones anuales, Chad, con 5.4 millones
de habitantes, tiene un PIB que apenas es mayor que los
ingresos de los grupos listados en la Tabla 10.1. Ninguna
de las naciones de América central o del Caribe tiene un
PIB mayor a los ingresos de los grupos ecologistas de los
Estados Unidos.
Con estos fondos masivos bajo su control, no es de
sorprenderse que el movimiento ecologista haya sido
capaz de imponer una agenda de política nacional. No
existe en el mundo ninguna asociación de comercio con
los recursos financieros y el poder que pueda igualar al
lobby ecologista. Además, tiene el apoyo de todos los
medios de comunicación del planeta. Las opiniones
opuestas y las refutaciones científicas a los miedos
ecológicos son simplemente ocultadas.
Tabla 10.1
Ingresos anuales de algunos grupos ecologistas
(Dólares 1990, 1991)
___________________________________________________
Organización Ingresos
African Wildlife Foundation 4,676,000
American Humane Association 3,000,000
Center for Marine Conservation 3,600,000
Clean Water Action 9,000,000
Conservation International 8,288,216
The Cousteau Society 14,576,328
Defenders of Wildlife 6,454,240
Earth Island Institute 1,300,000
Environmental Defense Fund 16,900,000
Greenpace International 100,000,000
Humane Society 19,237,791
Inform 1,500,000
International Fund for Animal Welfare 4,916,491
National Arbor Day Foundation 14,700,000
National Audubon Society 37,000,000
National Parks Conservation Association 8,717,104
Natural Resources Defense Council 16,000,000
Nature Conservancy 254,251,000
North Shore Animal League 2,612,5383
Planned Parenthood 44,855,056
Population Crisis Commitee 4,000,000
Rail to Trails Conservancy 1,544,293
Sierra Club 40,656,100
Sierra Club Legal Defense Fund 8,783,902
Student Conservation Association, Inc. 3,800,000
Trust for Public Land 23,516,506
Wilderness Society 17,903,091
Wildlife Conservation International 4,500,000
WWF/Conservation Foundation 51,555,823
Zero Population Growth 1,300,000
Total 830,367,693
Fuentes: Buzzworm, seot-oct. 1991; The Chronicle of Philantropy, march 23 1992
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¿De dónde obtienen su dinero los grupos
ecologistas? Los aportes de sus miembros representan un
promedio del 50% del ingreso de la mayoría de los grupos;
la mayor parte del resto proviene de subsidios de
fundaciones, contribuciones corporativas y fondos del
gobierno de Estados Unidos. Casi todos los grupos de trust
de tierras, ecologistas, de derechos de los animales y de
control de la población fueron creados con subsidios de
alguna de las fundaciones de élite, como la Fundación
Ford o la Fundación Rockefeller.
Estos “subsidios semilla” permiten a los grupos
radicales establecerse y comenzar sus propias operaciones
de recolección de dinero. Estos subsidios son también el
“sello de aprobación” para las otras fundaciones.
Las fundaciones también proveen fondos para
proyectos especiales. Como ejemplo, el Worldwatch
Istitute recibió $825,000 en subsidios de fundaciones en
1988. Casi todo ese dinero estaba especialmente destinado
al lanzamiento de una revista, World Watch que se ha
hecho influyente entre quienes hacen las políticas,
promoviendo las visiones anti-ciencia y anti-población del
grupo. Los folletos del Worldwatch Institute informan que
fue creado por le Fondo de los hermanos Rockefeller para
“alertar a los que hacen las políticas y al público en
general sobre las tendencias mundiales emergentes en la
disponibilidad y manejo de los recursos –ya sean humanos
o naturales…”.
Los subsidios y donaciones en el rango de 20 a 50
millones de dólares para la causa ecologista no constituyen
ya una novedad. En junio de 1990, la Fundación
Rockefeller anunció un programa global de ecología de 50
millones de dólares. El propósito específico era crear un
grupo de individuos de élite en cada país, cuya misión era
la de implementar y reforzar los tratados internacionales
sobre el ambiente, que se encuentran actualmente en
negociaciones. Kathleen Teltsch informó en el New York
Times(julio 24 de 1990): “Como paso inicial, el programa
de 5 años ayudará a cientos de jóvenes científicos y
formadores de políticas en países en vías de desarrollo a
crear una red mundial de líderes ecologistas entrenados,
que se reunirán de manera regular con otros ecologistas
entrenados, compartiendo experiencias y discutiendo las
estrategias. A través de la red internacional, la fundación
quiere alentar los esfuerzos para que la protección
ambiental sea transformada en planteamiento económico
a largo plazo de los gobiernos. Otros elementos
importantes promocionarían la confección de tratados
internacionales para manejar la preservación de bosques,
tierras y aguas, y de la eliminación de los desechos
peligrosos”.
Las fundaciones están operadas por las familias patricias
más importantes de los Estados Unidos. Estas familias
canalizan miles de millones de dólares en las
organizaciones y causas que desean apoyar cada año, y
ejercen, en consecuencia enormes presiones políticas. Al
decidir quién y qué será subsidiado, ellas determinan los
asuntos políticos que serán discutidos en Washington, y
que serán luego votados por el Congreso. Todo está
exento de impuestos, dado que las fundaciones están
compuestos por los individuos más poderosos de los
Estados Unidos, y siempre se superponen con los
operadores del poder en el gobierno y la industria.”Una
de tales personas era Thomas F. Bradshaw quien, hasta su
reciente muerte fue presidente y director de programas de
la Fundación MacArthur y síndico del Fondo de los
Hermanos Rockefeller y la Consevation Foundation. Al
mismo tiempo, Bradshaw era presidente de la Corporación
RCA y director de NBC, la Atlantic Ritchfield Corp.,
Champion Internacional y First Boston, Inc. Bradshaw era
también miembro del maltusiano Club de Roma y director
del Aspen Institute de Estudios Humanísticos,
organizaciones que han jugado papeles críticos en
desarrollar las políticas de la ideología “límites al
crecimiento” del movimiento ecologista.
Otro individuo quizá más conocido por los lectores
es Henry Kissinger, ex secretario de estado de los Estados
Unidos y fideicomisario del Fondo de los hermanos
Rochefeller. Kissinger fue durante años el director de
proyector de estudios especiales del Fondo, que estaba a
cargo de operaciones especiales.
Contribuciones Corporativas
Otra gigantesca fuente de contribuciones la
constituyen las corporaciones privadas. Sin embargo, a
diferencia de las fundaciones libres de impuestos, las
corporaciones no están requeridas por ley de informar qué
hacen con su dinero, de manera que se torna difícil para un
investigador independiente estimar el nivel de subsidio a
los grupos ecologistas por parte del comercio y la
industria. A pesar de ello, existen grupos de “sabuesos”
que han investigado estos flujos de dinero y ponen en
descubierto cifras sorprendentemente elevadas.
Por ejemplo, el boletín informativo del Capital
Research Center de Washington, D.C., de abril de 1991,
que “monitorea” las tendencias en las donaciones y
subsidios de las corporaciones, denuncia severamente a las
corporaciones que ha descubierto financiando a los
ecologistas. El boletín informa que las compañías
petroleras son “fuertes financistas de los mismos grupos
abocados a oponerse a las actividades esenciales para su
capacidad de satisfacer las necesidades de los
consumidores.”
Más adelante informa que: ”El informe para 1990
del Nature Conservancy muestra contribuciones de más de
$100,000 de BP Exploration y BP Oil, más $10,000 de
Conoco y Phillips Petroleum, y más de $260 mil de Exxon
Oil.” De la escasa información públicamente
disponible(principalmente informes anuales de los
mayores grupos ecologistas), se puede estimar
conservadoramente que las corporaciones contribuyen
anualmente con unos $200 millones a las agrupaciones
ecologistas. Esto no debería ser una sorpresa: durante los
últimos 20 años, las grandes corporaciones han descubierto
que usando las regulaciones ecológicas pueden hacer
quebrar a la competencia, a las compañías pequeñas y
medianas que son parte más activa y tecnológicamente
innovadora de la economía de los Estados Unidos.
El cumplimiento de las regulaciones ecológicas es
también un enorme negocio. De acuerdo a las cifras
oficiales de la EPA, le cuesta a la economía de los Estados
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Unidos $131 mil millones para cumplir con las
regulaciones ambientales. Esta cifra se habrá incrementado
hasta los $300,000 millones anuales para el año 2000. Los
gastos son un drenaje neto de la economía, pero mientras
la nación está en bancarrota, alguien está sacando
ganancias de los equipos y servicios vendidos. Una mirada
a los avisos clasificados de hoy demuestra que las
compañías involucradas con el cumplimiento de las
regulaciones ambientales están creciendo con rapidez.
Muchas de estas corporaciones están contribuyendo
monetariamente con el movimiento ecologista.
Fondos del gobierno de los Estados Unidos
Existe una tercer área de origen de los fondos para
el movimiento ecologista: el mismo gobierno de los
Estados Unidos. Existen miles de ecologistas profesionales
infiltrados en el gobierno americano. Estos ecologistas
canalizan millones de dólares en subsidios y favores a los
grupos ecologistas, bajo todo tipo de disfraces. En una
serie periodística de 1991, el columnista Warren Brookes
expuso cómo la Oficina Federal de Manejo de Tierras usó
al Nature Conservancy como agente de tierras, dándole a
la organización anti crecimiento enormes réditos.
La EPA entrega enormes cantidades de dinero a
grupos ecologistas para conducir “estudios” del impacto
del calentamiento global y la disminución del ozono. El
presidente George H. Bush convirtió en prioridad al
programa de Cambio Climático Global, mientras que la
Estación Espacial, la vacunación de niños y otros
proyectos cruciales fueron prácticamente eliminados del
presupuesto. Existen disponibles $1,300 millones para
estudiar cómo el hombre está estropeando la Tierra. De
manera similar, los científicos que denuncian como un
fraude al calentamiento global y a la disminución de la
capa de ozono, no reciben ni un centavo de subsidios,
mientras que los que gritan por el Apocalipsis reciben
decenas de millones de dólares del programa de “cambio
climático”.
¿Cuánto dinero reciben los ecologistas de parte del
gobierno de Estados Unidos? Oficialmente, el gobierno
federal entrega más de $3,000 millones en subsidios para
apoyar a los grupos ambientalistas y sus proyectos. Sin
embargo, el total verdadero es imposible de precisar. Una
funcionaria de alto rango del Departamento de Energía,
que pasó dos años intentando recortar decenas de millones
de dólares en subsidios de favoritismo que iban a los
grupos ecologistas, descubrió que por cada subsidio que
ella eliminaba, los “topos” ecologistas dentro del
departamento agregaban varios subsidios nuevos. La
funcionaria renunció disgustada.
La captura ecologista de Washington, que se
consolidó durante la administración de Carter, produjo
cambios radicales en el “establishment” de la capital de los
Estados Unidos. Este proceso de subversión fue descrito
por Metzger, ex director científico del Rocky Mountain
News, en una conferencia dada en 1980, titulada “El
Activismo financiado por el gobierno: Ocultándose detrás
del interés Público”:
“Por primera vez en la historia, una administración
presidencial está financiando un movimiento político
dedicado a destruir muchas de las instituciones y
principios de la sociedad americana. Organizaciones de
activistas creados, entrenados y pagados con el dinero de
los contribuyentes, declamando representar al interés
público, están atacando nuestro sistema económico y
abogando por su reemplazo con una nueva forma de
gobierno. Esto se está haciendo, no sólo con medios que se
han comprobado que son anticonstitucionales, sino que se
están haciendo sin el consentimiento del Congreso, el
conocimiento del pueblo, o la atención de loa prensa.”
“…todo comenzó cuando el presidente Carter contrató
individuos prominentemente identificados con la cultura
de protesta o contestataria… el nombramiento(por Carter)
de varios cientos de importantes activistas en puestos
claves de diseño de políticas y regulaciones en
Washington, dio por resultado el uso de la burocracia
regulatoria federal para conseguir sus metas personales e
ideológicas.”
De acuerdo con Metzger, esta nueva clase “reverenciada
en las universidades, los medios de prensa, y
especialmente en la burocracia federal, se ha convertido en
uno de los más poderosos intereses especiales.”
Dos casos de estudio
Consideremos dos casos para estudiar cómo las
organizaciones ecologistas, financiadas por las
fundaciones se han apoderado virtualmente de las políticas
nacionales: el EDF, Environmental Defense Fund(Fondo
de Defensa del Ambiente), con base en Washington fue
creado en 1969. La historia “de tapa” es que surgió de las
raíces americanas, después que un grupo de ciudadanos de
Long Island comenzaron a tener charlas de café para
discutir las amenazas de los productos químicos tóxicos.
La verdad es que el EDF fue creado con subsidios de las
principales fundaciones del Establishment del este, y tres
fundaciones han continuado subsidiándola. La Fundación
Ford, proporcionó el “dinero semilla en 1969. En 1988 el
EDF recibió $500,000 de la Fundación Ford, $1 millón de
la Fundación William Bingham, $75,000 de la Fundación
Joyce, unos 150,000 dólares de la Fundación Mott y
$25,000 de la Fundación Carnegie, entre otras.
Actualmente, EDF tiene siete oficinas a lo ancho de la
nación, más de 150,000 miembros, y un presupuesto anual
de 17 millones de dólares.
El EDF hizo su nombre en la lucha para prohibir al
DDT, lo que consiguió con la ayuda del litigio del
Nacional Resources Defense Council(NRDC) en 1972 y
con la cooperación del administrador de la EPA, William
Rucjelshaus, quien ignoró la evidencia científica
presentada durante siete meses de audiencias llevadas a
cabo por la EPA sobre el DDT. Ignoró además, la decisión
del examinador oficial de la EPA de no prohibir al DDT y
en su lugar, por razones que admitió que eran políticas,
prohibió este insecticida salvador de vidas, que estaban
revirtiendo la marea del paludismo. De esta manera, en las
decisiones ambientales, la percepción pública se estableció
como más importante que las primeras regulaciones
científicas.
En 1986, EDF ayudó a conseguir las primeras
regulaciones ecologistas de California, en la forma de la
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iniciativa por votación conocida como Proposición 65, que
restringió el uso de docenas de productos químicos en la
industria y la agricultura, lo que le ha costado miles de
millones de dólares a la economía de California. Las metas
del EDF para los 90´s incluyen: “defensa contra lo que se
llama Efecto Invernadero, salvar a las tortugas y delfines
clausurando a la industria pesquera; prohibir los CFC´s en
todo el mundo para el año 2000; salvar a las selvas
tropicales lluviosas; aprobar leyes contra la llamada lluvia
ácida; separ a la Antártica como una reserva permanente
de vida silvestre; extender las prohibiciones de la
Proposición 65 de California al resto de la nación; y
reciclar todos los materiales hogareños e industriales”.
El Natural Resources Defense Council(NRDC),
uno de los muchos brazos legales del movimiento
ecologista, fue fundado en 1970 con una masiva inyección
de fondos de la Fundación Ford. Junto al Legal Defense
Fund del Sierra Club y la Nacional Audubon Society, el
NRDC se lanzó a los tribunales iniciando docenas de
demandas judiciales para bloquear diques, cerrar plantas
nucleares en construcción y trabar los proyectos para
construcción de autopistas, el NRDC y su cohorte también
hizo blanco sobre los reguladores federales en la Agencia
de Protección del Ambiente(EPA) y otras oficinas,
forzando controles más rígidos sobre la contaminación y
demandando la obligatoriedad de las reglamentaciones
para el aire y ríos limpios. El Clean Air Act de 1970 fue el
primer fruto de estos esfuerzos.
¿Quién financia estas batallas judiciales
multimillonarias? En 1988, el NRDC recibió subsidios por
$75,000 de la Educational Foundation of America,
$600,000 de la MacArthur Foundation, $165,000 de la W.
Alton Jones Foundation, $850,000 de la Beinecke
Foundation, para nombrar a sólo unos pocos.
Un buen trozo de este dinero acaba en las cuentas
de gastos y salarios de los pelucones del Establishment del
este que dirigen a los grupos dedicados al ecologismo o en
los bolsillos de sus abogados. Una historia de la portada de
la revista Forbes del año 1990 informa que la red de
consumidores y activismo ecológico de Ralph Nader, vale
unos $10 millones y recibe un ardiente apoyo en sus
litigios anti-industria, de parte de un círculo de abogados
con ingresos anuales multimillonarios(ver Brimelow y
Spencer, 1990). El mismo Nader vive muy bien de la
publicidad emergente de los casos judiciales. “Oh, Dios,
limusinas y sólo los mejores hoteles”, dice un
exfuncionario de la Asociación de Abogados de Juicios del
estado, como los cita Forbes, “Recibimos una cuenta
enorme cuando él(Nader) estuvo en la ciudad”. Nader vive
en una mansión de $1.5 millones de dólares en
Washington, D.C.(a nombre de sus hermana) y recibe
honorarios de hasta 5 cifras por cada una de las 50 a 100
conferencias y apariciones que hacer por año.
Otros organizadores de grupos ecologistas también
llevan un costoso estilo de vida. En agosto de 1983, la
reportera Nancy Shute hizo una colorida descripción del
establishment convertido al ecologismo que se había
apoderado de Washington. Bajo el título de “Bambi va a
Washington”, Shute escribió en el Nacional Review:
El 1º de Diciembre de 1982, a casi dos años de la elección
de Ronald Reagan, cientos de abogados y “lobby´s” de
Washington comían peras y queso y bebían Bloody Marys
bajo los chispeantes arañas de cristal en la Casa Blanca. La
conversión derivó a la política, como siempre lo hacen las
conversaciones de los cocktails en Washington. Pero las
mujeres con perlas y los hombres en trajes oscuros que
gritaban para hacerse oír por encima de la banda de baile
de siete instrumentos, no representaban a Exxon, o la U.S.
Steel, o a la General Motors, sino al lobby ecologista
De la nación, que celebra el décimo aniversario de
la creación del Centro de Política Ambiental, un influyente
grupo “lobbysta” de Washington en el instituto de
investigación. En los 13 años transcurridos desde el Día de
la Tierra, la presencia ecologista en la capital había crecido
desde ser una banda de desarrapados dedicados a salvar
árboles y ballenas hasta una formidable institución en
Washington.
Muchas de las recaudaciones ecologistas fueron
usadas en elegantes nuevas oficinas, en Lobbys de alto
perfil como el ex Senador Gaylord Nelson y el Secretario
del Interior de Carter, Cecil Andrus… en economistas y
abogados muy bien pagados, y en millones de cartas
pidiendo más dinero…(p.924)
Estos ecologistas muestran un gran desenfreno
sobre sus riquezas. Sus conferencias son notorias por sus
lujosas ubicaciones(Suiza, Beverly Hills, Sundance y
Aspen, por ejemplo)
La campaña contra los CFC
Ambas organizaciones EDF y NRDC han jugado
roles fundamentales en la propaganda y campañas legales
para prohibir a los CFC´s. en junio de 1974, el panfleto
apocalíptico de Sherwood Rowland y Mario Molina,
clamando que los CFC´s destruirían la capa de ozono, fue
publicado en la revista Nature. En ese momento, sin
embargo, el tema candente en los medios de prensa era que
las emisiones de cloro del “Space Shulttle” iban a barrer
con la capa de ozono. No fue hasta septiembre de 1974 que
los artículos sobre la amenaza de los CFC´s comenzaron a
aparecer.
En noviembre de 1974, el NRDC se unió al debate
del ozono, exigiendo una inmediata prohibición de los
CFC´s. en junio de 1975, el NRDC litigó a la Comisión de
Seguridad de los Productos de Consumo para una
prohibición de los CFC´s en las latas de aerosoles. La
demanda fue rechazada por la comisión en julio de 1975,
basándose en que no había suficiente evidencia que
probase que los CFC´s dañaban a la atmósfera.
En ese punto, intervino el administrador de la
EPA, Russel E. Train, a favor del NRDC y de los
propulsores de la teoría de la disminución del ozono,
haciendo un llamado a todas las naciones para cooperar en
establecer lineamientos generales a escala mundial, para
evitar un descalabro ecológico. En la actualidad, Russel E.
Train es la cabeza del World Wildlife Fund/Conservation
Foundation, un fideicomisario de la Fundación de los
Hermanos Rockefeller, y uno de los más altos miembros
de la Comisión Trilateral y el New York Council on
Foreign Relations.
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Durante los siguientes dos años, el debate se
centró sobre el futuro de los CFC´s, mientras el NRDC,
generosamente subsidiado por las Fundaciones Ford y
Rockefeller, jugaba un papel preponderante. Mientras que
los consejeros científicos del presidente Ford decían que la
evidencia no era aún tan fuerte como para una inmediata
prohibición se movieron para imponer tal prohibición. Uno
de ellos era Russel W. Peterson, presidente del Consejo
sobre Calidad del Ambiente, de la Casa Blanca, que
trabajó en una prohibición de los CFC´s en los envases de
aerosoles, como el primer paso hacia una total erradicación
de los CFC´s. Peterson hizo muy claro el hecho de que no
tenían ninguna importancia que no hubiese evidencia
científica contra los CFC´s. De acuerdo con Sharon Roan,
en su libro “Ozone Crisis”, Peterson dijo a la prensa:
“Creo firmemente que no podemos permitirnos darles a los
productos químicos los mismos derechos constitucionales
que nosotros gozamos ante la ley. Los productos químicos
no son inocentes hasta que se pruebe su
culpabilidad”(p.83). Peterson es hoy presidente emérito de
la Audubon Society. En octubre de 1978, los CFC´s fueron
prohibidos como propelentes en los envases para
aerosoles.
El asunto de los CFC´s permaneció dormido
durante los años siguientes, hasta que en 1984 el NRDC
comenzó una nueva fase en su asalto contra los CFC´s con
una demanda legal a la EPA. La demanda buscada buscaba
forzar a la EPA a imponer una tapa sobre la producción
total de CFC´s, como se ordenaba en las propuestas de la
“Fase 2” de la EPA. El NRDC argumentaba en la EPA
estaba obligada, por el Acta de Aire Limpio, a regular a los
CFC´s si se probaba que eran dañinos para el ambiente. El
grupo afirmaba que la EPA había reconocido esto en sus
propuestas de regulaciones de 1980, que no había sido
implementadas durante los cuatro primeros años de la
Administración Reagan.
Cuando el NRDC realizaba su campaña contra los
CFC´s, en Washington tenía lugar un cambio político. Los
principales impulsores de la tecnología, el programa del
espacio, y del desarrollo económico en la administración
Reagan habían sido echados fuera por medio de una serie
de escándalos promovidos por la prensa: el Secretario del
Interior James Watt, el administrador de la NASA James
Begg, y la jefe de la EPA Anne Burford. Buford fue
reemplazada por el multimillonario de la corporación
ecologista William Ruckelshaus, en su segundo período
como administrados de la EPA.
Aunque no existía evidencia científica creíble
contra los CFC´s; esto cambió probablemente en mayo de
1985 cuando apareció en la revista Nature el artículo
apocalíptico de Joseph Farman sobre el agujero de ozono.
Este artículo permitió al Lobby ecologista comenzar a
crear una vez más histeria acerca de los CFC´s lo que puso
las ruedas en movimiento, conduciendo a la firma del
Protocolo de Montreal en 1987. En septiembre de 1986, la
compañía Du Pont anunció su apoyo a la prohibición de
los CFC´s. Para el verano de 1987, la matanza ecologista
sobre el CFC estaba a toda marcha bajo el liderazgo del
muy bien financiado NRDC. Fue en ese momento que el
World Resource Institute recibió un subsidio de $25
millones de parte de la MacArthur Foundation. Según
Sharon Roan, en su libro Ozono Crisis(p.204): “El
economista Daniel J. Dudek, del Environmental Defense
Found(EDF), suministró un estudio sobre el costo de
reducir la disminución de la capa de ozono… En el World
Resources Institute y el Worldwatch Institute se
completaron estudios para alertar a los americanos sobre
los efectos de varias políticas de control del ozono. El
EDF, Friends of Herat y el Sierra Club iniciaron campañas
de educación pública y comenzaron a presionar a la
industria para que asumiera sus responsabilidades.”
En septiembre de 1987 se firmó el Protocolo de
Montreal, demandando una reducción del 50% de los
CFC´s para el año 2000.

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