viernes, 17 de diciembre de 2010

las puertas giratorias en la industria armaentistica

Imitando el efecto de las puertas giratorias, ex altos mandos del Ejército se han reconvertido en empresarios del sector del armamento.

Del uniforme militar a la chaqueta y corbata. Del alto mando del Ejército a la venta de armas. Éste es el retiro de oro que han conseguido algunos altos mandos militares españoles en los últimos tiempos. Tras el pase a la reserva ingresan en empresas dedicadas al negocio del armamento cuyo principal cliente es, precisamente, el Ejército español. Es el caso del ex almirante general Francisco Torrente Sánchez, presidente de la empresa Explosivos Alaveses –que antes se dedicaba a fabricar bombas de racimo y ahora está a cargo de su destrucción–, del ex jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra, general Carlos Villar Turrau, actual vicepresidente de estrategia de negocios de la empresa General Dynamic Santa Bárbara Sistemas (GDSBS), y del ex jefe del Estado Mayor de la Armada, el almirante general Sebastián Zaragoza Soto, asesor comercial para exportaciones de la empresa naval militar Navantia, de titularidad pública. ¿Qué buscan estas empresas con este tipo de fichajes? “Contactos, relaciones, influencias, capacidad de mediatizar”, responde José Luis Pitarch, comandante de caballería en la reserva y profesor de la Universitat de València. “Poniendo al frente de estas empresas a un militar afín, bien remunerado y acechado por el temeroso retiro, tienen su lealtad asegurada a prueba de bombas”, sostiene un suboficial del Ejército que prefiere guardar el anonimato. “Conocen secretos, los cuales pueden usarse al servicio de la empresa contratante. Igualmente, pagar favores al contratado, por los que éste hizo a la empresa desde sus anteriores puestos”, añade Pitarch.

A título de ejemplo, la empresa Explosivos Alaveses SA tiene como presidente al ex almirante general Francisco Torrente Sánchez (ex número dos de Defensa) y como administrador consejero a Jesús del Olmo Pastor, ex secretario general del CESID (los antiguos servicios secretos españoles), que fue acusado por el PP e IU de ser un “peón” del entonces gobierno de Felipe González “para encubrir los trapos sucios de los servicios secretos”. Por su parte, el almirante general Zaragoza Soto presidió la sección española del Comité Permanente Hispano-Norteamericano durante la espinosa etapa de los vuelos ilegales de la CIA en España. Más tarde Zaragoza Soto, que está en posesión de la medalla OTAN, sería fichado por la empresa pública militar Navantia.

El camino que han recorrido estos ex altos mandos militares hacia la empresa privada no ha sentado bien a algunos de sus antiguos compañeros. Tras ingresar el ex jefe del Ejército de Tierra, Villar Turrau, en la empresa GDSBS, el coronel en la reserva Antonio J. Candil Muñoz lo tildó de “sinvergüenza, inmoral y traidor”. Un suboficial del Ejército lo expresa de esta forma: “Nuestros mandos nos bombardean toda nuestra vida castrense con el consabido espíritu militar y resulta que ellos no lo tenían, que en realidad eran empresarios frustrados”. Para algunos militares descontentos, a la cuestión puramente económica se añade la operatividad y la seguridad del propio Ejército. La misma fuente asegura a DIAGONAL que “fomentando que algún avispado de la cúpula militar beneficie a empresas que el día de su pase a la reserva lo acojan en su consejo de dirección, se está despreciando a otras empresas cuyos contratos sí mejorarían la operatividad de nuestras unidades y la seguridad de nuestros militares”. Este suboficial afirma que “en más de un destino he podido observar como el general firmaba una orden de compra de determinado material a una empresa en la que él mismo trabajaba; allí recibía el pedido, no como militar sino como empresario”. Y concluye con sorna: “Mi general firmaba ‘cómprese’ por la mañana vestido con estrellas y por la tarde firmaba ‘véndase’ vestido ya de Armani”.

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